domingo, 30 de diciembre de 2007

Para ser honestos

Tengo un dejo de franqueza
claridad inoportuna
no lo digo con tristeza

nunca quise a ninguna
que cayera en mis brazos
sin que cambiara la luna

siempre son más los fracasos
predominan las heridas
los triunfos son tan escasos

pero iluminan la vida
a intervalos caprichosos
entre batallas perdidas

aprecio tanto los trozos
de lascivia de tus manos
como los más dolorosos

modos de causarnos daño
comparten la misma lista
la ternura y el engaño

es mi yo más masoquista
culpable de tu sadismo
y mi yo más hedonista

inocente del abismo
que ocultas en tu falda
de mi febril voyeurismo

quiero tu exceso y tu falta
no te quiero por mitades
quiero la luz de tu alma

y la sombra de tus males
quiero tu pecho y tu espalda
tus mentiras y verdades

- Dany Marlowe -

martes, 11 de diciembre de 2007

Razones

Para Cris, o Hellen Keller, a ver si lo puede leer, jajaja. Feliz 5 meses corazón. Te amo.

Porque no logro ser nada
pero quieres lo que soy
y me sigue a donde voy
el calor de tu mirada
por olvidar mis carencias
y mis equivocaciones
sin pedir explicaciones
ni requisar evidencias
por plagar mis fantasías
con tu belleza desnuda
por tener esa cintura
donde muero cada día
porque me sobran razones
y no existen fronteras
que protejan tus caderas
de mis alucinaciones
porque sembraste la planta
de mis pies en tu camino
y al hablar de tu cariño
se me quiebra la garganta
porque tienes esa magia
que derrite mi armadura
por mantener mi cordura
con la palabra más sabia
por soñar con que coincida
aquel final traicionero
con el último "te quiero"
con el fin de nuestra vida

- Dany Marlowe -

sábado, 1 de diciembre de 2007

Ideas para un caracol

Idea 1ª

La gente mala no siempre es mala por voluntad. A veces la gente mala es mala por ignorancia. La gente que no cree en nada a la vez lo justifica todo. Nada peor que aquel que piensa que merece algo. El egoísmo es uno de los peores males.

La gente buena cree en algo y es capaz de defenderlo aunque, a veces, lo que ha decidido no sea lo que más gratificaciones le dará. La gente buena no es buena en unas circunstancias y en otras no. La gente buena no es por coincidencia, sino por decisión.

lunes, 24 de septiembre de 2007

Lo que no se va

Perdimos la conciencia del cuerpo y de la libertad. Los movimientos ya no eran voluntarios. Nos vimos perdidos en la manada cuya fuerza era una sola. ¿Quién guíaba? ¿Hacia dónde? No había respuestas, sólo contacto, sudor, música, gritos, descontrol. Me fue imposible darme cuenta cuando un ágil movimiento de manos me despojó de mi cámara fotográfica. En un momento estaba ahí, en el bolsillo izquierdo de mi chaleco, y al siguiente ya no estaba. No se fue sin un ligero dolor. Tardé varios minutos en acostumbrarme a la idea de las fotos que no volvería a ver. Momentos importantes, como el concierto del día anterior que dejó una marca indeleble en mi memoria. Pero la pérdida no podía arruinar una noche que se anunciaba monumental. Después de todo, como me dijo el ángel que cuida mis sonrisas últimamente, la memoria es algo que no pueden robarnos. Y es ahí donde perviven los recuerdos que no se irán nunca. Eso me ha hecho pensar que a veces dependemos mucho de las cosas que poseemos y también, quizás, de las cosas que hemos hecho. Queremos atesorarlas porque creemos que no podremos vivir otras mejores, y es como si requiriéramos de los objetos, de las fotos, de las canciones, para mantener viva la memoria. Pero los objetos son cosas accesorias. Son necesidades inventadas. Hace poco un maestro hablaba sobre lo esencial y lo accesorio. Daba el ejemplo de una mesa. En verdad no importa si tiene tres o cuatro patas, o si es roja o verde, eso es accesorio. Lo que hace a una mesa es un concepto, una idea, algo esencial. Y no estoy diciendo que no sea lindo tener fotos. Ojalá no me hubieran robado mi cámara. Pero resalto la idea de que hay cosas que no se van en la vida. Aunque nos roben y nos despojen de todo, hay cosas que se quedan y que nadie podrá robarnos. También enfatizo la idea de que siempre es posible vivir momentos inolvidables. Nada se pierde realmente. Aunque alguien, por algún artificio tecnológico pudiera robarnos la memoria (lo cual parece contradecir todo lo que digo arriba, pero no deja de ser esperanzador), la capacidad para vivir momentos felices reside en nosotros. Siempre queda la posibilidad de reescritura. Un guión puede ser reescrito muchas veces, y es seguro que la última versión siempre será la mejor. Y no todo es tan malo. Perdí mi cámara, pero al final su fantasma nos ha dado momentos inolvidables. Irónico. ¿No?

martes, 18 de septiembre de 2007

Falsas certezas # 1

- ¿Porqué llevas ese pantalón rosa?

- Un hombre seguro de su virilidad no teme a llevar el color rosa.

- ¿Y a quién tienes que demostrárselo?

sábado, 15 de septiembre de 2007

¡Por la irreverencia!

No cabe duda. Resulta de una pertinencia absoluta hablar de este tema. Y es que está en la base de todo. Resalto la pertinencia, no porque se me haya ocurrido a mí, sino porque me parece un deber de todo ser humano, y además, un deber por pocos asumido. Me pronuncio a través de este pequeño texto, en contra del fanatismo. Enfatizo la necesidad de dejar de lado todo discurso que apunte hacia el "deber ser" de las cosas. Contra todo aquello que establezca patrones fijos de pensamiento y de comportamiento. Nada tiene un modo de ser establecido. Todo patrón, toda regla, toda certeza es hija del tiempo y espacio en que nació. Lo que es verdadero aquí, en este momento, no es ni lo será un segundo después, ni en cualquier otro lugar. La verdad es así, efímera, fugaz. Perece con las palabras y con el viento. Entonces, no parece haber sentido en que nos sometamos a ningún tipo de teoría, regla o discurso. Sin embargo, lo hacemos.

El mundo está como está por culpa de las certezas, dice Jorge Drexler. Lo vemos por todos lados. Los soldados que marchan a la guerra convencidos de que libertaran una nación; las fotos de íconos elevados a la calidad de deidades que aparecen en las camisetas de los adolescentes; los comentarios tajantes tomados como verdades que emiten los líderes políticos, religiosos, los adultos frente a los niños; las personas que siguen las convenciones, las que en su afán por ser diferentes desafían cada una de ellas, los que tratan de encajar en un cliché aceptado o no; todas las frases que empiezan con algo parecido a "así debe de ser" o "esto es así", y no dan lugar a la diferencia.

¿Qué hacemos entonces? Tendríamos que ser irreverentes ante todo tipo de certeza. Ante todo tipo de paradigma o de teoría establecida. Es una necesidad, no de ir en contra de todo lo establecido, sino de dudar, de entrada, de todo lo que se presenta como verdad; una necesidad de adoptar una postura crítica ante la vida. No sólo a nivel intelectual sino ante toda clase de actitud ante los eventos que ocurren en la vida cotidiana.

Entonces, ¿todo depende? ¿habrá algún lugar de dónde asirnos para no caer? ¿será que esta identidad, esta máscara que creímos verdadera, era sólo una ilusión? Sí. El peso de la libertad es en verdad abrumador. Pero lejos de ser desesperanzador, es más bien un compromiso. Es cierto que estamos perdidos en la existencia, y que debido a eso nos aferramos a lo que sea, nos volvemos fanáticos de las teorías, de los reglas de la sociedad, de todo lo que nos ofrezca una respuesta a esa eterna pregunta, ¿quienes somos? Creemos ser una verdad. Creemos...

Finalmente, no sé si uno es enteramente libre. Si uno puede ser libre de ser libre. ¿Cómo decirlo? ¿Qué propongo ante este panorama? Primero que nada asumir, como ya dije, que nada es en verdad verdadero. Que todo lo que hagan o piensen los demás es tan respetable como lo que hacemos o pensamos nosotros mismos; tiene la misma validez. Cualquier juicio entonces pierde su peso. Por otro lado es, como he venido diciendo desde hace unos posts, una oportunidad para buscar momentos y palabras que resuenen. Una oportunidad para dejar de perder el tiempo con convencionalismos, y pensar en aquello que nos hace en verdad felices y que muchas veces no hacemos por someternos a alguna idea preconcebida. Sea pues, pronunciémonos ¡por la irreverencia!

viernes, 14 de septiembre de 2007

La canción que Fito se robó

En nuestro taller de tesis nos preguntaron qué era para nosotros escribir. Los alumnos contestaron diversas cosas. Se hablaba sobre la escritura académica. En mi mente, sin embargo, empezaban a batirse unas alas que me habrían de llevar a una disparatada historia que culminó en el colectivo. Iba más o menos así.

El escritor va sentado en la última fila del colectivo. Va cansado después de un día entero fuera de casa. Ha escuchado cosas que no quería escuchar. Aquellas que quiso, no pudo, porque por la noche había dormido muy poco. Los cuerpos chocan unos contra otros frente a él buscando un lugar. Pero él llegó a tiempo. No primero que todos, sino a tiempo, como llega la gente que sabe jugar con el tiempo. Y así consiguió un asiento, que a esas horas es como un vaso de agua en el desierto.

De pronto le surge la inminente necesidad de escribir algo que le ha pasado por la cabeza. Es algo que no lograría describir. No sabe de dónde viene esa sensación, pero le recorre el cuerpo y el alma, incapacitándolo para hacer cualquier otra cosa. Es necesario sacar lo que nació para estar fuera. La necesidad lo carcome, y lo hace buscar desesperadamente, entre sus cosas, un pedazo de papel y un bolígrafo. Cuando ha saciado sus ansias, puede respirar un poco más tranquilo, logra domar el imperioso latir del corazón.

Como una madre frente a un hijo, el escritor embelezado, contempla su creación, se contempla en ella como en un espejo. Teme perderla, que alguien la robe, que se despadace en su memoria con la irrupción del olvido. Teme más aún, que no pueda escribir más adelante algo tan bello. ¿Será que llegado un momento los escritores tocan un límite desde el cual ya no pueden mejorarse? ¿Habrá un punto en el que la flama arde con más intensidad que nunca?

Así pensando, algo lo distrae de sus cavilaciones. Se arma un quilombo en la puerta del colectivo. El mismo Sabina ha subido, con su bombín y camiseta a rayas a lo presidiario. Todos los presentes se avalanzan para pedirle un autógrafo. El escritor, sin embargo, aguarda. Quisiera tener la capacidad de tocar las fibras del cantante. No pretende ser un fantasma más que pide una firma. Ha tenido la misma sensación frente a otros personajes. Nunca supo decir lo indicado. García Márquez se le escapó ya en una ocasión. Pero ahora tiene algo en su bolsillo que puede ayudarlo. Precisamente viene al tema. Es la respuesta a una aseveración de Sabina que dice que el asesino sabe más de amor que el poeta. El escritor ha escrito (valga la redundancia) que el verdadero poeta sabe más del amor que el asesino, pero no lo escribe. Le parece genial. Y así pues, se acerca al cantante, y le regala el papel donde ha escrito aquel verso inmortal. Este, con un gesto de amabilidad, le devuelve una sonrisa y se aleja.

El escritor no ha conseguido nada. Poco tiempo después el olvido ha carcomido todo rastro de aquel evento. Sin embargo, unos meses después aparece en la radio una canción, vocalizada por Fito Paez, en la que se ha insertado aquel verso. La rabia es la primera respuesta. Después el desconsuelo. No le han dado crédito por aquel pensamiento. Surge en él la tristeza de aquellas cosas que se pierden y que son imposibles de recuperar. En su memoria ya no queda tampoco claro si en verdad fue él el que ordenó aquel conjunto de palabras. Lo mejor que ha escrito se ha perdido en un recuerdo que es cada vez tan difuso como la niebla.

[Léase acompañado de aquel terrible tango: seré en tu vida lo mejor de la neblina del ayer, cuando me llegues a olvidar, como es mejor el verso aquel que no podemos recordar]

jueves, 30 de agosto de 2007

viernes, 3 de agosto de 2007

"Quizás mañana"

Tenemos historias. Miles. De encuentros, desencuentros, accidentes, gente extraña, gente común. Historias que se viven en la calle, en los colectivos, en los cafés, en las plazas. Las contamos a desconocidos, a amigos, al compañero que ocupa el asiento de al lado. Pero existe una historia que no contamos. La historia. La que nos duele contar. La que vale por todas las demás. Es la historia que contamos cuando nos encontramos en confianza y, en muchas ocasiones, bajo la oscuridad protectora en la esquina de algún bar.

Belu & Cheese Co se enorgullecen en anunciar la apertura próxima del bar: "Quizás mañana". Dedicado a todos aquellos corazones que prefieren la dulce agonía de los amores imposibles a la frugalidad de los amores de estación.

"Quizás mañana" es un bar dedicado completamente a los clientes. Fue creado especialmente para contar historias, para vivirlas y para preservarlas. Es un bar diferente, innovador, y hasta podría decirse, terapéutico. ¿Cómo es eso?

"Quizás mañana" cuenta con un escenario cálido y acogedor en el que todo aquel dispuesto a contar su historia, puede hacerlo. El valor de las palabras es juzgado por el público y las mejores historias se hacen acreedoras de cortesías por parte de la casa. El bar cuenta con un respetómetro a través del cual, los clientes que no saben escuchar son desalojados del lugar.

Pero no todos se expresan bien con el lenguaje oral. Hay historias que piden ser contadas con letra. Y para todos esos clientes el bar ha obsequiado sus paredes. Pero no se trata de rayonear desordenadamente. Se otorgan papeles en los cuales los clientes cuentan partes de sus historias. A veces sólo frases. Después la diseñadora se encarga de encajar las frases en el patrón de la decoración del lugar. Letra negras sobre fondo blanco. Letras blancas sobre fondo negro. El lugar está completamente contaminado de palabras. Las palabras de los clientes.

"Quizás mañana", además, celebra la media noche con un cambio de iluminación en el lugar. Haciendo honor a su nombre. Haciendo llamado también, a la posibilidad siempre presente de que las cosas cambien. Hoy esa historia puede ser un amor imposible, pero nadie sabe si lo será mañana. Quizás sí, quizás no... quizás mañana.

Abierto desde las 10 de la noche hasta que el último cliente salga.

Esperen la próxima inauguración.

domingo, 29 de julio de 2007

El mar y tú

Es una extraña sensación. Un fantasma me persigue. Es una silueta que me sigue a donde quiera que vaya. Huele a ti, sabe a ti, y curiosamente lleva tu nombre. Pero así como llega, desaparece como el humo. Es una punzada en el corazón; un escalofrío que recorre mi piel cada que algún recuerdo pasa a mi lado o si visito algún lugar que visité contigo. Entonces me doy cuenta de la fuerza y la profundidad con que me faltas. Es un abismo el que se crea si la imagen de aquella habitación llega a mi mente o si alguna música conocida llega entre el aroma del mar y los mojitos. Ayer me sorprendí prometiéndole al mar que no volvería a verlo sin ti. Es tan frío el mar últimamente. Es el sol de diciembre el que me calienta en pleno julio. Todavía busco entre mis ropas y mi almohada la estela de tu perfume. ¿Dónde estás? ¿En qué estarás pensando? A veces, mirando las olas, espero que llegues por la espalda y me abraces. Pero a mi lado sólo está aquel fantasma. Y de pronto apareces, como en un sueño. Me miras, me besas y nos perdemos. Y estamos tú, yo y el mar. Un sólo líquido mezclándose y jugando con el vaivén de las olas. Tú, yo, y el mar... ya no existimos.

domingo, 15 de julio de 2007

Metablog # 3: Aquel caracol

No me mandes cadenas. Fue lo primero que le dije cuando recibí en mi cuenta de correo una cadena que ponía por remitente, su nombre. La había visto por el pasillo (porque sólo había uno) de nuestra preparatoria, pero nunca nos dirigimos nada más que algún saludo debido al intermediario entre nosotros que, en este caso, era mi hermana. Hoy, a siete años de aquel evento y, después de innumerables correos en los que nos hemos destrozado, remendado y alabado mutuamente, ella pone en su blog otra cadena, a la cual me niego, como en aquella ocasión (y esta vez por nostalgia), a responder. La dirección es: http://aquel-caracol.blogspot.com/ Y da la casualidad, que a pesar de ser el primero, no es el único caracol en mi vida. Eso me llevó a preguntarme ¿qué con los caracoles? Y es que me parece que en el caracol se conjugan los dos viajes que debemos realizar como seres humanos. El espiral que sigue el caracol guía, en una dirección, hacia el infinito, y en la otra, hacia lo más profundo de nuestro ser. Que tal vez, como lo han dicho los sabios, no sean más que la misma cosa. En ese sentido, Erika, (ya era tiempo de que dijera su nombre), me parece que ha desplegado en su blog la tarea que debemos seguir como seres humanos. Al menos la tarea utópica que debe guiarnos. Ha descubierto que la tarea que debe agotarnos como sociedad es la de ayudarnos para mejorar las condiciones en las que vivimos todos, no sólo los privilegiados. Y eso no lo lograremos hasta que descubramos en lo más profundo de nosotros, cómo hemos de ayudar al mundo. Erika lo ha descubierto. Me recuerda a esa vidente que podía ver donde los ciegos no veían. Ella camina, pese a la adversidad, rumbo a un destino que desconoce pero que ha visto miles de veces en un sueño. No hay nada más humano que eso. Leer su blog es desgarrador. Es reconocer la realidad en la que vivimos, muchas veces, sin poder hacer mucho. Pero eso no detiene a Erika. Y eso es, en el más amplio de los sentidos, admirable. Erika me ha hecho sentir, y me ha hecho recordar que tenemos que movernos para que las cosas pasen. Aquel caracol es una historia, la historia de la vida de Erika, la historia de los actos, de los hechos. La historia que se puede contar y que inspira. No se puede evitar que todos aquellos que vivimos en cierta medida la pobreza del egoísmo nos sintamos atraídos por la riqueza del contacto con la gente. No me he cansado de decírselo aún. Y, leerla es también un compromiso. Aquel de tratar de llevar a la acción nuestras ideas. No basta con querer un mundo mejor. ¿Se entiende? A veces cuando la leo, me parece estar leyendo la historia de una heroína verdadera. Sobretodo cuando la leo asustada en medio del campo, perseguida por sus temores y llena de incertidumbre, cuando se reconoce humana y limitada, y a pesar de todo lucha. No usa traje de malla ni calzones rojos sobre un mameluco azul. Pero lucha por dejar el mundo un poco mejor de como lo encontró. Eso hace a los héroes. Creo yo. Y lo mejor de todo es que me siento como esos niños que frente a otros niños se pavonean y dicen "Esa que ven ahí, esa que anda salvando al mundo, ¡es mi amiga!". Es como ser amigo de Superman. Por ahora se las comparto. Les comparto su historia, pero no crean que podrán venir cuando la encuentre en una cantina olvidada por el mundo o en un café de Bs As para contarnos nuestras vidas. No escucharán la historia del hombre de su vida, la de su perro, ni la de la mujer que se ha adueñado de mi vida (lo siento, tenía que presumirlo, jaja). Así que les dejo Aquel caracol. Espero lo disfruten.

lunes, 9 de julio de 2007

La noche que nevó en Bs As

Siempre que haya un uno en el numerador existe una oportunidad. Y es que a mí nunca me convenció el estudio de la probabilidad. Con ella se pueden interpretar muchas cosas, se pueden inferir algunas más y adivinar otras tantas. Pero nada es totalmente seguro. El uno del numerador da lugar a la excepción. Y aunque ella puede tardar toda una vida, en un momento llega y no queda más que afrontar su abrumadora presencia.

La Belu y yo decidimos abrir un bar. Cuando lo inauguremos llevará el nombre de Amores imposibles. La idea era tener un bar que estuviera siempre abierto. Así, cada que uno de nosotros tuviera una decepción amorosa sólo bastaría con una llamada y un: "caí de nuevo... nos vemos allá". Porque pasa que, como dice Lichis, la falta de amor llena los bares, y a nosotros nos hace falta ese bar. Porque creemos que muchas de nuestras historias han terminado mal. Porque ese uno en el numerador que es el amor baila sobre infinitas posibilidades de fracaso.

Pero esta noche nevó en Buenos Aires. Después de años y años de no hacerlo, ¡nevó en Buenos Aires! Contra todas las posibilidades, ¡nevó! Y no nos queda más que sonreír. Sonreír, mirarnos al espejo y decirnos que, aún para nosotros los que amamos los amores imposibles, existe una posibilidad. Y esa, un buen día termina por llegar. No podemos decir cuando ni como, pero sólo nos resta esperar. Puede que un buen día a la Belu y a mí, ese uno nos encuentre, a cada quien en su camino, y que ese bar de tristezas perpétuas, nunca llegue a inaugurarse. Esperemos...

viernes, 29 de junio de 2007

¿Quién se robó mi Witz?

Un chiste malo es aquel que necesita explicación.
Witz.- (Aleman). Corresponde a una multitud de términos en español: espíritu, alma, mente, conciencia, ingenio, inteligencia, gracia, agudeza, ánimo, malicia, picardía, carácter, mentalidad, intención, etc.

S - Eres bueno.
D - ¿Qué tanto?
S - Eres excelente, excelso.
D - ¡Eximio! Una vez fui mono.
S - ¿Cómo?
D - Sí, ex-simio.
S - Cuac

Y fue cuando me pregunté, ¿quién se robó mi Witz? Nadie tiene la respuesta. Los últimos días he dicho una serie de chistes tan malos que yo mismo me doy cuenta segundos después de decirlos. En México vendrían acompañados de un sonido de grillo. Aquí la gente dice "cuac". Al tratar de explicarme el fenómeno recuerdo aquello que he hecho los últimos días. Tal vez se deba a la excesiva cantidad de material teórico que he revisado. Estuve dos días sentado frente a una cantidad de letras que empezaron a deformarse en delirios conforme pasaban las horas. Witz, análisis, grafo, forclusión. Esas cosas agotan a cualquier espíritu. O tal vez se deba a que Estef, la mujer más mordaz que conozco, ha estado trabajando fuera de casa y no hemos podido afinar nuestro Witz. Tal vez mi humor salió corriendo detrás de mi cordura. Han pasado cosas locas últimamente. Qué sé yo. La he pasado bien. Y me gusta pensar que mi alma ha reído tanto con la vida que no necesita inventar ficciones chistosas. Es igual que la poesía. Siempre es mejor una risa o un beso real, que una palabra hermosa que lo describa, lo contornee, pero nunca llegue a tocarlo.

Para ejemplo, una escena que voy a tener que narrar a falta de video. Utilicen su imaginación.

Escenario: La cocina del departamento
Personaje principal: Susana, mi mejor amiga, sin un resto de sobriedad.
Argumento: Se le pide que describa el proceso de elaboración de una michelada.

Con la mirada perdida describe como se exprime un limón. Ante la evidente dificultad, el camarógrafo le pregunta:
- ¿Cómo te sientes?
A lo que responde:
- Me siento más mujer cuando exprimo un limón wey.
Y haciendo uso de sus últimas fuerzas, agrega.
-... puta wey, has de cuenta que casi se me va el (y en este momento voltea a la cámara, muestra sus biceps y culmina)... Witz

Ella sigue preparando la bebida mientras los demás nos morimos de risa.

Witz - Al final hemos cargado esa palabra ya no sólo de distintas significaciones. La hemos cargado de risa, de alegría, de sentidos. De eso se trata la vida un poco ¿no? Y la felicidad.

viernes, 15 de junio de 2007

Fracaso

Escribí este poema hace unos días. Ha perdido su validez emocional, pero me pareció que tenía cierto valor estético. Es un poema, como quien dice, ardido. Ya no me sirve, pero igual a alguien por ahí le sirve para sacar uno que otro demonio. Además las letras son así. Mentirosas y no. <--- jo jo jo.

Perdona que no pueda cumplir
la promesa
de quedarme a tu lado
que abandone
un sitio
que jamás fue mío
nunca fue mi intención
que se perdiera
de esta manera
el poder de tus palabras
ya tu esperanza
no me toca
y ¿cómo iba a hacerlo?
si eres la encarnación
de mi fracaso
la prueba
de que una vez más
no fue suficiente
que no me necesitas
que tienes a otros
eso lo sé de sobra
sólo no hagas más difícil
esta despedida
es una lástima
que no hayamos podido ser
los compañeros
en el viaje de esta vida
es una lástima
que te empeñes en reclamar
cosas que dije
sólo espero que recuerdes
que si mis palabras te mienten
ya antes
lo hizo
tu cuerpo

- Dany Marlowe -

jueves, 14 de junio de 2007

¡Despierta!

No utilizaré disfraces literarios para la siguiente historia. Saldrá desnuda tal cual ocurrió. Debo empezar por decir que me sorprendió, porque soy una persona bastante escéptica, y no suelo intepretar señales en este tipo de cosas. Sin embargo, aún creyendo en la ciencia, uno se ve forzado a aceptar que hay un margen de incertidumbre en todo conocimiento humano. Hay cosas que escapan a nuestra comprensión y quizás a aquello que podemos poner en palabras. Como sea, iba yo sentado en el subte (metro), pensando en todas esas cosas que uno piensa cuando se encuentra solo. Puede que sea la soledad de tantas personas confinadas, pero me sentía mal. Qué se yo. Las cosas no han andado tan bien como yo quisiera en mi vida. He tomado decisiones erróneas, dicho palabras hirientes a personas muy queridas, y he llegado al punto en el que dudo de cada uno de mis pasos porque no quiero que conduzcan a nuevos conflictos. En ese momento iba pensando en que me parecía difícil entender cómo había llegado hasta ahí. Estaba molesto, conflictuado y muy distraído. Tanto que no advertí en qué parte del trayecto me encontraba. No iba atento, es lo que quiero decir. Iba con la mirada perdida y la mente en otro mundo. Pero de pronto, fue como si la realidad me despertara de mi letargo. Una chica que iba en frente de mí se levantó para dirigirse hacia la puerta. Al hacerlo, su bufanda calló al piso y no se dio cuenta. Sin que el acto pasara por mi conciencia, me agaché para levantar la bufanda. Sin quererlo ella tocó mi frente con su mano. Luego le di la bufanda y en realidad no importa el resto de la historia. Ella la tomó y me dio las gracias. No recuerdo ni su cara. Sin embargo, al volver a sentarme, sentí una rara sensación en la frente. Sentí como si una mano detrás de su mano me hubiera tocado. Como si todas las manos del mundo se hubieran posado sobre mí en un momento y me hubieran querido comunicar algo. Marisol dice que es el simple contacto humano. Que tal vez no he sido tocado realmente por nadie en mucho tiempo. No lo sé. Es probable que haya sido una simple coincidencia. Sin embargo, la realidad hizo presencia en un momento en el que la necesitaba. Luego uno se pierde en un túnel negro que no tiene más que una salida. Si esa mano no me hubiera tocado es muy probable que hubiera perdido mi estación. Qué se yo. Me sorprendió en verdad. Al salir del subte era una persona diferente. Desde ese momento las cosas han mejorado en gran medida. Hasta mi cuenta de correo se ha visto, extrañamente, concurrida. Sorpresas y comentarios hilarantes. ¿Qué será? Tal vez el mundo se empeña en demostrarme que no todo está tan mal. Tal vez necesitaba de esa mano para despertar de ese sueño que no me permitía vivir.

martes, 12 de junio de 2007

Metablog # 2: De sol y Soledad

Inició con una promesa, cinco comentarios bienintencionados y un bebé con sombrero de copa. Treinta y siete posts más tarde, una de mis mejores amigas, irónicamente llamada Soledad, nos ha regalado imágenes y letras plagadas de eso que me esfuerzo por describir desde hace unos días: belleza, sentido, pequeñas perlas perdidas en el fondo del océano. La dirección es http://solsoledad.blogspot.com/ y de entrada advertiré que es un blog en constante cambio. Se le ha visto pasar de blanco a negro, con imágenes cambiantes, lo mismo una presa que una mano a través de un cristal. Leer a Soledad resulta una experiencia al mismo tiempo desgastante que gratificante. Ella misma describe su vida como una montaña rusa. Como la vida de todos, uno podría decir. Con altas y bajas, pero ella rara vez se encuentra cómoda en la seguridad de las planicies. Parece tratarse de una persona que ha asumido el riesgo de vivir, cuyo precio son las heridas, pero la insuperable alegría de las cosas que duran, su paga. De todo ello nos podemos dar cuenta al leer cada uno de los posts que componen DE SOL Y SOLEDAD. Cine, poemas, críticas, pensamientos, esperanza, dolor, alegría. No falta nada. Para aquel que sepa ver, resulta una visión profunda de nuestra condición humana. Porque Soledad no se miente ni nos miente. No nos endulzará los malos momentos, ni disfrazará los buenos. Parece haber entendido que uno de los compromisos de todo aquel que se digne llamar humano, es el de la honestidad. Porque "si te disparan, sangras" decía el director de cine cuando le preguntaron porqué hacía sus películas tan sangrientas. Quisiera recomendarles algún post en especial, y creo que me permitiré un capricho personal: Sputnik, mi amor - Haruki Murakami. Si no han leído el libro, háganlo. Todo aquel que crea en los sueños y en que no todo está escrito, debe hacerlo. Si se dejan convencer, puede que tengan una de las aventuras más emocionantes de su vida. Y Soledad nos regala algunos de los fragmentos más bellos. Hace unos días escribía que no nacemos sabiendo gozar. Y ¿cómo hemos de aprenderlo? Después de leer a Soledad, me doy cuenta que tal vez aprendamos a gozar a través de los demás. Tal vez poniéndonos esa fina hoja de celofán con la que cada ser humano ve el mundo, aprendamos a encontrar esos significados que a veces no podemos ver. Es como esa visión del destino que consiste en encontrar personas que nos hagan preguntas que nosotros no nos hemos hecho. En ese sentido, Soledad cuestiona, intriga, nos muestra los significados que resuenan en su vida. Para aquel que sepa ver, es posible que sus palabras tengan los más profundos ecos. Aún si no es así, y si se trata de un simple delirio mío, me da orgullo decir que se trata de mi amiga. Me inflama el pecho saberlo, y decir que algunas de sus palabras han marcado mis días. No me queda más que agradecerlo. Hace tiempo, cuando estaba en León, solía despertarme el sonido del teléfono a media noche. Era Soledad, que tenía algo nuevo que contarme. Ahora que estoy lejos, a veces despierto esperando que mi teléfono suene. Sin embargo, el silencio impera. Ya no está esa voz detrás, hablando sobre la luz de la luna que nos alumbra, y cuyos rayos es necesario seguir para encontrarnos.

Ain't it good to know that you've got a friend
when people can be so cold
they'll hurt you, and desert you
and take your soul if you let them
oh, but don't you let them

You just call out my name
and you know wherever I am
I'll come running to see you again
winter, spring, summer or fall
all you have to do is call
and I'll be there
you've got a friend


Próximamente - Metablog # 3

lunes, 11 de junio de 2007

Dos más

¿
Cómo sé
si la piel
que llevo
me cuidará
del frío
de los
próximos
días
?

¿
Cómo sé
quién formuló
la pregunta
que intento
responder
con esta piel
que nadie toca
?

miércoles, 6 de junio de 2007

Sin sentido

El otro día estaba viendo en la televisión el fragmento de una película cuyo nombre no pude captar. Varios escritores, sentados a la mesa con copas de vino, discutían sobre qué género era mejor: la comedia o la tragedia. En realidad hablaban sobre películas, comedias románticas y dramas. Al final no llegaban a ninguna conclusión y me parece que es lo mismo que pasa en la vida. Lo pensaba porque me acordé de una plática que tuve con mis amigas. "¿Thanatos o Eros?" era el tema. Hacían alusión al impulso de muerte y al impulso de vida, y la cuestión era decir si tal o cual persona eran más Thanatos o Eros. Me pareció que no llegábamos a ningún punto, al igual que los personajes de la película. No resolvíamos nada porque en el fondo, me parece que Comedia y Tragedia, Thanatos y Eros, son sólo la máscara de algo mucho más profundo. Son la apariencia con la que el ser humano afronta la vida. Una apariencia con la que muchos se quedan y por la que luego prejuiciamos y etiquetamos. "Él se ve feliz", "Ella se ve que sufre", "Toma todo con buena filosofía", etc. En el fondo, es válido preguntarnos, ¿quién en verdad es feliz? Al llegar a nuestra habitación, al quitarnos la ropa y vernos frente al espejo, en nuestra soledad, al quitarnos las máscaras, ¿quién puede decir sin que haya rastro de dudas, que es realmente feliz? Podemos comprobarlo, la persona que creíamos feliz la vemos destrozada en poco tiempo, la persona que creíamos depresiva encuentra el amor y se convierte en la persona más feliz. Todo al final parece una obra de teatro en la que no entendemos el mensaje. Todos, como actores y público, estamos en la misma confusión.

Hace unas horas, mientras iba en el colectivo (nuevamente mi lugar de reflexión) me preguntaba: ¿Qué pasa que estamos tan confundidos? ¿Qué pasa con tanta gente sola? ¿Qué pasa con tanta apariencia? ¿Qué pasa con seis mil millones de personas que no pueden alcanzarse unas a otras? También creo que fui movido por algo que leí ayer (gracias Belu), sobre esa dificultad que tenemos como seres humanos para, aún en una relación de pareja, entender y tocar verdaderamente a otra persona. "¿Qué pasa?" me dije. Pero la señora que venía al lado de mí, leyendo sobre los hombres de marte y las mujeres de venus, no parecía tener cara de respuesta. Pienso entonces que hemos entrado en un mundo tan comercial, con modos de relacionarse que se consumen y desechan tan fácilmente, que le hemos ido quitando el valor a las cosas. Hemos convertido las palabras en palabras sin sentido, sin significado. No sólo las palabras. Hemos eliminado la significación de muchos de nuestros actos. Dos ejemplos:
  1. Mi amiga Marisol conoce a un tipo, se ven pocas veces y un día mientras se despiden él le dice "Te quiero mucho" y se despide, como de costumbre, dándole un beso en la mejilla. No nos extraña. Lo vemos en cualquier película, en cualquier fiesta a la que vamos, lo hacemos nosotros mismos, lo decimos en los mails, en las conversaciones de MSN. Pero, ¿la quiere en verdad? ¿Es una palabra que tiene alguna resonancia profunda? No. Hemos usado tanto ese tipo de frases que hemos agotado su significación. Lo mismo con el beso en la mejilla. Se han convertido en formalidades, en cosas que todo el mundo sabe y hace. El placer que en algún momento podía venir de una expresión así se ve reducido a la semilla incierta de una duda.
  2. Efecto de una barrera cultural: Me despido de una persona con la que estaba interesado en platicar y me dice "Hablamos luego". Sonriente me retiro del lugar y espero a lo largo de la semana encontrarme con alguna señal, pero nada. La vuelvo a ver y pienso que tal vez tenga algo que decirme pero no ocurre nada. Doy por muerto el asunto, pero no deja de extrañarme. Recientemente me entero que es una expresión común aquí que no significa nada. Es igual a un "nos vemos luego" o "cuídate". Comprueba, por un lado, que las palabras no tienen significados fijos, y por otro lado, que el uso contínuo de estas formas de relacionarnos va restándole significación a lo que hacemos.
Podría poner muchos más ejemplos. Hace unos meses escribí un cuento sobre un vendedor de palabras. Por ahí hablaba de los besos, y como ellos también van perdiendo su valor, y poco a poco, agotamos, consumimos, y ese sentido que se va perdiendo parece tocar todos los ámbitos de la vida humana. Por eso decía unas líneas más arriba ¿qué más da si encaramos la vida con una sonrisa o una lágrima? Eso es sólo una máscara. El verdadero reto para el ser humano está en recobrar el valor de las cosas. En crear cosas que signifiquen, que le den sentido a lo que hacemos. Porque, ¿de qué sirve tener una sonrisa que sólo servirá en el escenario? Sería más valioso entonces, encontrar cosas que nos hagan sonreír desde adentro. Tragedia y comedia, Eros y Thanatos, dejan de importar. ¿No parece? Y ¿cómo hacemos para encontrar esas perlas, esas joyas escondidas en la vida cotidiana? Parece difícil, pero creo que consiste en cambiar la forma en que vemos las cosas. En optar por una actitud más responsable ante todo lo que decimos y hacemos. Para que cuando digamos "te quiero" sea en verdad "te quiero" y no simples palabras. En aprender a ver la belleza, pero no esa que ofertan los medios que es repetida, repetible y consumible. Aprender a vivir y gozar de esos momentos que resuenan en nuestra alma y que dejan huellas indelebles. Pero nadie nace sabiendo gozar. Es algo que se aprende y ese aprender tiene que ver más con la introspección que con un proceso de adaptación. Ojo, porque me parece que es más probable que encontremos las respuestas a nuestros vacíos en nosotros mismos que en todas esas respuestas que ofrece el medio en el que vivimos. Y todo se reduce a una batalla entre sumar o restar sentido. Podemos situarnos en el puesto cómodo donde hacemos lo que los demás hacen y restarle cada vez más sentido a lo que hacemos, o podemos optar por seguir nuestros sueños personales, por muy disparatados que parezcan, y tratar de sumar y darle un sentido a nuestra vida. Al final, es como dice la Agrado, "uno es más auténtico en tanto uno se parece más a lo que siempre ha querido ser".

lunes, 28 de mayo de 2007

Metablog # 1

Supongo que sonará a noticia de telediario decir que últimamente han aparecido muchos blogs por la red y que ello se debe, tal vez, a que esta nueva forma de expresión permite exponer aspectos más íntimos de las personas y que esa intimidad vitual, aunada a la protección característica de este medio, permite que las personas entren en confianza. Supongo, también, que será mejor evitar esas definiciones convencionales y decir que no sé si en el mundo hayan aparecido muchos, pero sí lo han hecho en mi vida. Partiendo de este supuesto, venía yo pensando en el colectivo, que sería buena idea introducir algunos de ellos en mi propio blog. Así, a la vez que hablo de las cosas que me gustan de ellos, hago publicidad gratis (lo cual es algo que a todo el que tiene blogs, le gusta). Dado que los blogs hablan de la vida de las personas, hablar en un blog sobre otro blog debía, según mis retorcidas cavilaciones, llamarse "metablog".

Antes de introducir el primer blog, me permitiré una última reflexión. Y es que me parece chistoso que en los blogs hablamos de tantas cosas diferentes (libros, películas, ideas, sueños, imágenes) y de alguna manera, es como si nos viéramos reflejados en todas esas cosas de las que hablamos. Es como decía una maestra de la licenciatura: "hablamos de otros para hablar de nosotros mismos". Ello me lleva a pensar que al hablar de los blogs de mis amigos estaré hablando de mí también y que eso me da una doble respondabilidad: la de tratar de ser objetivo y la de respetar las opiniones de los demás. Bueno, en realidad no sé si sean sólo dos. Igual son varias más. Pero quería que eso se tuviera en cuenta, que lo hago con el mayor respeto y cariño posible. El otro día leía el blog de un tipo que se mofaba de la falta de cultura de ciertos personajes y el tipo lo hacía con unos horrores de puntuación y ortografía que lo único que pude decir después de una apacionante lectura fue: "no queda duda que al decir las cosas siempre terminamos diciendo más de lo que pretendíamos decir".

El primer blog que quiero introducir es el de mi compatriota, compinche y co-granuja, el buen Robe. La dirección es: http://www.visualtravelling.com/ Lo primero de lo que se darán cuenta al entrar, es que no se trata de un blog escrito, se trata de un photoblog. Últimamente ha ido subiendo muchas imágenes, las cuales son, dicho sea de paso, horneadas al momento. Roberto sale de su casa en sus tiempos libres a realizar una de las actividades que la gente ha ido olvidando. Estamos tan acostumbrados a las imágenes que nos ofrece el televisor o la computadora, que no nos preocupamos por salir a ver el mundo. Y ese verbo, ver, es harto más complicado de lo que parece. Encontrar la belleza es la primera dificultad con la que se enfrenta todo aquel que se dedica a una labor artística. Capturarla es sólo otro de los obstáculos. Hay muchas variantes en juego dentro de un pequeño rectángulo lleno de colores, luces y sombras. Pero Roberto cumple. Nos regala imágenes que arrancan, cuando menos, una sonrisa involuntaria. El ser humano al confrontarse con la belleza tiene reacciones insospechadas. Al final no sé si se le puede llamar arte a lo que hace. Para eso hacen falta los expertos que sancionen su trabajo como artístico o no artístico. Lo cual también resulta otro tema a discutir, pero en lo que respecta al blog, logra transmitir, y eso, a mi parecer, es lo más importante de todo intento de comunicación. Cuando la obra de alguien más nos hace sentir esas reacciones involuntarias y toca fibras profundas de nuestra personalidad, eso reduce de alguna forma el infranqueable abismo que nos separa como seres humanos en nuestra soledad. En ese sentido, visualtravelling me parece un blog muy logrado. Habrá, como en todo trabajo, imágenes más bellas que otras, pero eso es algo natural. En lo particular me gusta mucho la foto de una lanchita que está en blanco y negro. No sé, me deja una sensación que me recuerda mucho a México. Me hace pensar en todas las historias que podría contar esa lancha si pudiera hablar. Tal vez se trate de una lancha mentirosa y mal hablada cansada de vivir en una presa. Tal vez no, pero lo importante es que la imagen ha puesto preguntas en mi cabeza, como seguramente otras imágenes pondrán emociones y preguntas en otras personas. Finalmente, quisiera contar una anécdota. Y es que no sé desde cuando le haya surgido el interés por la fotografía, pero en un viaje que hicimos por Europa sacábamos de vez en cuando fotos que llamábamos "artísticas". El fin era, según nosotros, conseguir la foto Pulitzer del viaje. Así se nos hizo costumbre tomar fotos de cosas raras. Recuerdo que le gustaba tomar fotos de gatos y perros tirados en la acera. Por ahí las ha de tener. Decía "a nadie se le ocurriría tomarle fotos a algo así". Supongo que esa cualidad, ese interés por buscar belleza en los lugares que la gente olvida, lo ha llevado a conseguir las bellas imágenes que ofrece en su blog. ¡Visítenlo!

Próximamente: Metablog # 2

sábado, 26 de mayo de 2007

Que YA no te daré yo

Búscate un amor de cuento
de los que oferta el mercado
entre rituales gastados
y el pasillo de descuento
que no comparta contigo
más que la cama y el nombre
que las pieles que te compre
sean tu único abrigo
búscate un amor cualquiera
que salga bien en las fotos
que compre autos y motos
que no piense pero quiera
búscate bien un amor
que no vea más allá
que te asegure un altar
que ya no te daré yo
búscate un amor jodido
de los que siguen las normas
que sólo vea las formas
pero no los contenidos
aritmético y mundano
que se apegue a lo concreto
que no sepa tus secretos
y se mantenga lejano
búscate un amor sencillo
que no cumpla sus promesas
ni le importe la pobreza
cuando se llene el bolsillo
búscate bien un amor
que nunca te pueda ver
como la hermosa mujer
que ya no buscaré yo

- Dany Marlowe -

martes, 22 de mayo de 2007

Líneas

Dicen que lo bueno, si hay algo, de los malos momentos, es que al final se pueden contar en pocas líneas. Así, podemos decir "pasé diez años en una relación tormentosa" o "me dolió el estómago toda la noche". Lo malo se comprime. No toma, como se puede ver, más de diez palabras relatarlo. Y, por el contrario, lo bueno parece expanderse en el libro de nuestros días. Apenas hace unos días tuve oportunidad de comprobarlo. Luego me da por pensar que la felicidad ocurre en momentos esporádicos justamente cuando no la esperábamos. Es tan caprichosa que igual se esconde en la sonrisa de alguien que en el error propio. Qué se yo. (<--- Frase expropiada a los Argentinos). Hace unos días me reencontré con alguien que me regaló uno de esos momentos en los que es imposible reprimir una sonrisa. A ella le dedico y le he dedicado las últimas páginas de mi vida. Lo cual me sorprende porque siempre surgen nuevas maneras de contar y recordar. Igual es algo inútil, pura fantasía. Pero ese pequeño instante de magia, ese segundo de luz, se quedará grabado en mi reloj. Lo importante, al final, como ya dije hace unos días, es seguir jugando. Y añado: seguir soñando. Esa debe ser la "única forma de vivir".

martes, 15 de mayo de 2007

Retrato actual

Hoy que queda lejos
la incertidumbre
los malos momentos, los reclamos
ahora que corrimos el velo
y no queda más
que el aura helada
de la verdad
hoy que entiendo
que no necesitabas amarme
pues
¿cómo ibas a amar
lo que nunca habías perdido
lo que siempre fue tuyo?
hoy que las películas terminan
sin interrupciones
que no me besan
bajo el sol
ahora que no tengo nada
que te di lo que tuve
y no querías tener
hoy que el amor
es un recuerdo lejano
que no le hago falta a nadie
ahora que sueño
todas las noches contigo
pero despierto sin ti

- Dany Marlowe -

sábado, 12 de mayo de 2007

El sueño de Fluvio

Un cuento infantil

Esta es la historia de una gotita que se llamaba Fluvio. Nadie sabe muy bien en qué momento ni en qué lugar se crean las gotas, pero Fluvio, que era muy inteligente, sabía que él había salido de un grifo. No era un grifo importante. No se encontraba en una fuente o en una piscina —las gotas saben, desde pequeñas, que aquellas que nacen en uno de tales lugares suelen ser famosas y admiradas por todo el mundo—. Pero a Fluvio eso no le importaba. Él había nacido del grifo de un lavabo. Solía recorrerlo todos los días por los bordes, y de vez en cuando bajaba a toda velocidad por las laderas hasta casi tocar el desagüe. Sus demás compañeras lo veían y se burlaban de él porque era un poco torpe para resbalarse. Muchas veces terminaba atorado en una grieta o casi era absorbido por el desagüe. Sin embargo, lo que más causaba risa a las demás era cuando Fluvio hablaba del sueño que tenía.

   —Yo un día saldré de aquí para encontrarme con el mar.

En verdad, Fluvio tenía la convicción, la absoluta certeza de que ese era su destino. Lo había soñado una noche en que se durmió a la luz de la luna que entraba por la ventana. Las demás gotitas sabían que, llegado el momento, todas se unirían para formar un charquito o un pequeño riachuelo. Ese era el destino que toda gota debía seguir. A Fluvio se lo habían dicho en repetidas ocasiones. “Las aves vuelan, los peces nadan, nosotros hacemos charcos”. Pero Fluvio nunca hizo mucho caso y mucho menos dudó de su destino. Sabía que él no podía terminar en un charco porque, se decía, haber sido gota entonces no tendría sentido. Todo lo que él pensaba, creía y sabía se iba a diluir en un torrente inútil.

   —Pero el mar es sólo otro gran charco. No hay diferencia —le decían las pocas gotas que se ocupaban de escucharlo.
   —Sí hay una diferencia, —replicaba Fluvio— que cuando llegue al mar será porque quiero y porque es un sueño que decidí seguir.
   —¡Tanto trabajo para llegar a lo mismo!

En ese momento, Fluvio callaba. Sabía, tan bien como sabía que no era lo mismo, que era inútil discutir con aquellas gotas. Bastante tiempo había pasado tratando de explicar lo que sentía pero no había encontrado nunca alguien que lo entendiera.

El tiempo pasaba y Fluvio sentía más cercano el día de partir en busca de sus sueños. Sus compañeras, que ya formaban pequeños charcos le criticaban el hecho de que hablara demasiado y no hubiera hecho nada. Sin embargo, un buen día Fluvio tomó valor y se deslizó fuera del lavabo, se escurrió por la orilla y bajó por la pared hasta el suelo. Ya en el suelo se dirigió a la puerta y al deslizarse por debajo de ella se encontró con un obstáculo infranqueable. El piso alfombrado secaría lentamente su cuerpo hasta que no quedara nada de él. No había otra opción. Pegarse a las paredes resultaría inútil porque en cualquier momento podía caer y perderse en miles de fragmentos. Decidió volver.

Con los ánimos decaídos subió por la pared hacia el lavabo sólo para encontrarse con las risas de sus compañeras. Sintió, por primera vez, que tal vez todos tuvieran razón. Tal vez era un sueño inútil. Como sea, no quería seguir oyendo aquellas burlas y, como pudo, llegó hasta la ventana que daba al jardín. Ahí, se quedó contemplando el vacío, la distancia enorme que lo separaba del mar. Pensó que cuando volviera al lavabo se uniría a sus demás compañeras y seguiría el destino que toda gota debía seguir. Pero algo lo detuvo. Vio, a al otro lado de la ventana, a una niña que lloraba desconsoladamente. No pudo entender las razones del llanto de aquella pequeña. No se le puede pedir a una gota que entienda de emociones humanas. Sin embargo, algo dentro de sí le hizo entender que compartían en ese momento muchas más cosas que las que compartía con las demás gotas. Cuando la niña se fue, lo único que quedó al lado de la ventana fue una lágrima.

Se llamaba Crima. Sabía poco de la vida pero creía firmemente que algo la había llevado hasta ese lugar. Creía en el destino y que iba a saber distinguir los reflejos del mismo cuando éste se materializara frente a ella. Por eso, cuando vio la figura de Fluvio del otro lado del cristal, supo inmediatamente, con una certeza abrumadora, que había encontrado su destino. A su vez, Fluvio supo, al verla, que había encontrado la más bella creación de todo el universo. Así, uno a cada lado del cristal, se observaron y se acercaron lo más que pudieron. La cruel frialdad del vidrio sólo acrecentaba el deseo de encontrarse. Pasaron así la noche entera, bañados por la luz de una luna. No dejaron de mirarse hasta el momento en que se quedaron dormidos.

A la mañana siguiente los despertó el viento matutino. Alguien había abierto la ventana y ya nada los separaba. Ante tal situación, Fluvio y Crima no pudieron más que sorprenderse. No corrieron a encontrarse sin pensarlo. Antes se vieron nuevamente. Se contemplaron durante un largo rato sabiendo, esta vez, que nada los separaba ni los separaría. Fue Crima la que habló primero.

   —Sabía que te encontraría —le dijo.
   —Yo te había visto en todos mis sueños.
   —¿Cómo fue? ¿Con que soñabas?
   —Con que algún día encontraría el mar, y hoy lo he encontrado en ti.

Y al decir esto se abrazaron en el primer y último abrazo de una gota y una lágrima. Poco a poco sus siluetas se confundieron y pronto donde hubieron dos no hubo más que uno. Fluvio encontró el mar que había buscado en sus sueños y ella encontró el reflejo del destino que había estado esperando. Al estar unidos no pudieron advertir que el sol se acercaba y éste los sorprendió bailando al ritmo del viento. Se evaporaron lentamente y se perdieron en el ambiente cálido de una tarde de verano. Se convirtieron en nube y viajaron a los lugares más impensables. Viajaron por ríos y arroyuelos, vivieron en lagos y en montañas convertidos en hielo, hasta que un cayeron al mar, y se perdieron para vivir entre los corales.

viernes, 11 de mayo de 2007

Una pequeña historia de infortunios

Sé que prometí la segunda parte de "Que no te daré yo" pero bueno, quedará para la próxima. Por ahora va un relato que vino en un sueño y que es un poco trágico. Habla de esas veces en que la realidad y el azar evitan que dos personas se encuentren.

Escribes una carta. Letras… una tras otra… palabras. Tus sentimientos se escurren por tus dedos y se detienen al contacto del bolígrafo. Dudan un segundo. La transparencia requiere de varios segundos de duda. Pero pronto llegan más y el torrente se desborda. La tinta es insuficiente y el ritmo de tu mano es demasiado lento. No logras escribir lo que sientes, ni siquiera lo que tenías pensado. Ella, sus ojos, su recuerdo. Todo es demasiado bello y tus palabras no alcanzan a dibujar con suficiente claridad su belleza. Que la amas, que el aire quema tus pulmones cuando ella no está. Todo es una probabilidad que se ha instalado en tu corazón. Hay una semilla que empezaste a regar en aquel momento fugaz en que la conociste. Puede que todo sea una ilusión, eso no lo sabes. Has aprendido que la belleza se esconde en los lugares más insospechables. Pero nada te detiene. Palabras, tinta, todo se mezcla en una vorágine y al final el resultado es un delirio. Es imposible seguir el hilo de tus pensamientos. Tal vez ella logre descifrarlo. Y ¿cómo lo haría si no conoce ni tu voz? Robas otro segundo al tiempo y la duda te visita una vez más. Es una locura pero, ¿de qué otra manera habrías de conocer a alguien tan loco como tú? Y con este argumento te diriges a la oficina de correos. Pagas el importa del sello y colocas la carta, no sin antes pensarlo dos veces, en el buzón.
Pasan las horas. Sabes que es imposible que lleven tu carta al instante. Sabes que tendrás que esperar al menos un día para que la carta salga de la oficina de correos hacia su destino. Pero esa certidumbre no te tranquiliza. Piensas que no hay vuelta atrás. Es demasiado tarde para arrepentirte. Quisieras que pasara el tiempo pero el reloj no hace caso a tu desesperación. Los segundos son como gotas que escurren del grifo a intervalos irregulares. Diez… once… y el doce tarda lo que vale un año en llegar. El sudor recorre tu frente. Decides comer algo, lo que sea, y lo que encuentras lo comes como si no hubieras comido en años. Pero el vacío no se llena. La falta se hace cada vez más grande. Te recuestas y no logras dormir. Todo es inútil. Así que sales a la calle y caminas. Al llegar a la esquina, decides que puedes caminar hasta la siguiente. Así, esquina a esquina vas dejando que la ciudad te engulla y pronto olvidas lo que acabas de hacer. Eres una más entre tantas soledades que caminan por las calles.
Tu carta llega a su destino y ella, sorprendida, la abre con una aflicción en el corazón. ¿Quién se habrá atrevido a mandarle aquella carta? Ella espera que sea su antigua pareja. Tal vez al fin se haya arrepentido. Pero no es así. Alguien le ha escrito una carta con palabras confusas que hablan de sus ojos. ¿Serán en verdad sus ojos? ¿Habrá alguna equivocación? Y vuelve a leer la dirección impresa en el sobre. Es correcta. Su nombre está escrito en la parte superior de la hoja. Lee, se inquieta, sigue leyendo y por fin termina de leer aquella carta enigmática. Alguien le hace una seña pero ella no responde. Corre a su habitación y lee una y otra vez aquellas palabras. Ahora lo recuerda, aquel chico con la mirada intensa. Debía ser él. Pero no está segura. No está segura de nada. Son palabras demasiado bellas para tomarlas en serio. Su corazón está lastimado y no está lista para iniciar una nueva aventura amorosa. Algo en ella comienza a nacer. Su corazón se abre y eso duele. Aquel que está dispuesto a amar también está dispuesto a sufrir, y ella lo sabe de sobra. Tiene que tomar una decisión. Aquella carta espera una respuesta. La incertidumbre, el miedo, todo le llega de golpe. Recuerda aquella vez que le rompieron el corazón. No quiero que eso vuelva a pasar. Pero la tentación es muy grande. Toma una hoja y un bolígrafo entre sus manos. Comienza a escribir sin pensar en lo que hace. El exterior ha dejado de existir. Existe ella, el bolígrafo y la hoja que se va llenando lentamente de letras. Ella también cree poder llegar a amarlo. Si al menos la mitad de sus palabras son ciertas ella le entregaría su alma. Pero de pronto al imprevisto ocurre. Una voz llega del exterior. Alguien la llama, y eso rompe el encanto. ¿Qué estoy haciendo?, se dice a sí misma mientras contempla, absorta, lo que acaba de escribir. ¡Es una locura! Y ese momento de distracción basta para que se deshaga rápidamente de lo que estaba escribiendo. Toma tu carta entre sus dedos y, entre lágrimas que no puede controlar, la desgarra hasta que no queda nada. No puede permitirse caer en una nueva ilusión. ¿Quién le ha hecho creer que las cosas funcionan así? No, el mundo es otra cosa. Ella sale de su habitación y los restos de tu carta no son más que papeles perdidos entre deshechos en un bote de basura.
Han pasado días y has perdido la esperanza. Es seguro que ella no le dio importancia o que algún empleado del servicio de correos extravió tu carta. Es lo más probable. Una más que se va. Tal vez no naciste para encontrar el amor. Sin embargo, sentiste que aquellos ojos te responderían. La profundidad que viste en ellos era diferente a todo lo que habías visto antes. Pero no existe el hubiera. Ella sale de su casa como cualquier otro día. Va a su trabajo, a ver a sus amigas o a algún encargo ocasional. La ciudad la engulle como a ti te ha devorado antes. Y tú sales a caminar con la mirada baja y la resignación de saber que todo ha sido en vano. Al final, en una ciudad tan contaminada de realidad y falsa cordura tal vez nunca se encuentren, y el único sitio que quede intacto para ambos sea el siempre dulce y doloroso recuerdo.

lunes, 7 de mayo de 2007

Que no te daré yo

Hoy que iba caminando por el Jumbo (supermercado local) me encontré con rastros de este poema perdidos en mi memoria. Pensaba en que hay precios que el amor no debe pagar, y entre ellos, nunca debe reducirse a una fórmula. Uno no debe seguir los pasos que fueron trazados previamente. Creo en la necesidad de luchar contra las convenciones. Como sea, pensé que le vendría bien una segunda parte. Así que por lo pronto, dejo aquí la primera:

Búscate un amor mayor
que sepa como hacerte daño
que te enseñe a malvivir
que no sienta mariposas
lejos de la entrepierna
que aparente ser feliz
búscate un amor cobarde
que sepa como huirle a todo
que no comprometa nada
que te eduque en llanto
que no le importe si ríes
o si estás enamorada
búscate un amor injusto
que cobre en tu piel
que sólo sientas tú
que prefiera estar solo
que bien acompañado
que sólo llores tú
búscate un amor normal
que no te robe el sueño
que nunca sea de dos
que vea sólo con los ojos
que asegure tu vida
que no te daré yo

- Dany Marlowe -

viernes, 4 de mayo de 2007

Sobre el ajedrez

Perder. . . Nunca uno llega acostumbrarse. Desde el juego más elemental hasta el más complicado. Perder resulta doloroso. Si la vida fuera un juego de ajedrez, como el gritante de México afirma, podríamos pensar en distintos tipos de pérdidas. No sería lo mismo, por ejemplo, perder un peón que un alfil. ¿No es así? Lo que pasa es que uno le asigna valor a las distintas piezas que, en esta analogía, rodean al rey, es decir, a uno mismo. Casi todos tenemos una torre por ahí que siempre nos está cuidando aunque se encuentre lejos, algún amigo raro que se mueve en L como caballo, o alquien que siempre está al lado como un alfil. El problema, para los hombres al menos, está siempre en relación a la reina. Ella recorre todo el tablero a su antojo y transforma todo lo que toca a su paso. Perder a la reina es una de las cosas que más duele. Y ¿qué se hace entonces? ¿Andar por el mundo sin una reina? ¿Poner peones en su lugar? Porque mil besos de peón no hacen uno de reina. Eso que quede claro. No sé al final qué sea mejor. Si borrar a la reina de tablero o inventar una nueva. Machado dice que todo amor es fantasía, y eso habrá que marcarlo. Tal vez en los ojos que vi la semana pasada pueda basar la historia de la que brote la próxima reina. Es algo transitorio. Lo sé. Pero como dice, Erika, lo importante será, como siempre, seguir jugando.

Dos preguntas

¿
Cómo sé
si el vacío
que recorre mi pecho
cuando despierto
es el mismo
que veo en tus ojos
?

¿
Cómo sé
si soñaste
el beso que yo soñé
en otro escenario
pero
en la misma boca
?

miércoles, 18 de abril de 2007

Temblor

Soy un espejo que no quería levantarse de la cama. Pero estoy aquí. Caminando sin caminar. Las baldosas cuadradas intercambian colores. Estoy alucinando o soy yo mismo una alucinación. Habrá que decidirlo antes que caiga la tarde. Me debato entre quedarme o salir a caminar. ¡Imposible! Ya lo había dicho. Mis pies son raíces. Los árboles no caminan. Son sus hojas las que vuelan a través del viento para conocer el mundo. Las raíces se quedan lejos, en la tierra donde brotaron de alguna semilla. A mi alrededor nada. El suelo hoy parece moverse más que en otros días. Vivo en un temblor constante. Hoy ha caído otra pieza. Todos somos espejos. Moviéndonos, quebrándonos, cóncavos, convexos, planos. ¿Qué se queda de esa pieza? ¿Quién era yo antes de conocerla? Soy un producto de diversos reflejos. Reflejos en un mundo inconstante. Una parte de mí se ha transformado con el derrumbamiento. Se ha ido rápidamente. Las cosas deben ser así. Deben arder y no decaer lentamente. Torres, alfiles, caballos. Y yo, ¿yo quién soy? Un rey que para ser rey ha tenido que reflejarse en un peón… en un caballo. Porque yo también lo he sido. En mi tablero, en otros tableros. Ella se ha ido y eso que fui con ella debe mantenerse. Si no, ¿qué sería yo más que un reflejo? ¿Soy sólo rey porque hay otras piezas? Si así fuera, el día que todo cayera, yo no sería más que un peón. Hoy mi reflejo es confuso. ¿De qué lado del espejo me encuentro? Los derrumbes no pueden continuar. La vulnerabilidad es un estado transitorio. No quería levantarme de la cama. Tal vez ahí la oscuridad me encuentre. Donde no hay luz, no pueden existir los reflejos. Ahí todo es parte de todo… y de nada.

Panteones (Parte 1)

Hay panteones llenos de gente, llenos de lágrimas, de recuerdos, de promesas que quedarán sin cumplir. Hay panteones llenos de ideas, pensamientos, sueños. Hay, también, panteones llenos de corazones. Lo que no saben ellos, los corazones, es que se encuentran ahí solamente de manera transitoria. Ahí van a parar únicamente para volver a nacer. Lo que muere son los enojos, las disputas, el egoísmo. Todo eso se va perdiendo con el paso del tiempo y llega un momento en el que se confunde con la tierra. La tierra que envuelve y lo cubre todo de húmeda negrura. Lo que queda después de degradarse es una semilla donde el corazón guarda los momentos felices que compartió con las personas que quiso. Esos recuerdos se quedan y de ellos brota, cuando llegan las lluvias, una nueva raíz de la que se desprenderá un tallo, y de él ramas, y de ellas, hojas y flores, y de ellas un día nacerá otro corazón. Uno que encuentre en el nuevo aire nuevas maneras de amar.

miércoles, 4 de abril de 2007

Ironías

Quien iba a decir, soledad
que iba a encontrarte aquí
al lado de la mujer que amo
quién iba a decir
que ahora que no existe la distancia
el abismo entre los dos
iba a volverse infranqueable
es una ironía pensar
que no podría sentirme más solo
ni tener una mejor compañía
te he venido a encontrar, soledad
sin siquiera buscarte
y a pesar de que me duele
no entender lo que ella busca
me duele más saber
que no es a mí

- Dany Marlowe -

viernes, 23 de febrero de 2007

El olvido

El olvido reclama
implacable
todo aquello que le pertenece
se alimenta de los días
como un ladrón
que ha perdido su riqueza
corroe como el ácido
todas las cosas que dejaste
escritas sobre mí
y aunque me esfuerzo
el olvido no cesa
no recula
pierde una batalla tras otra
pero esta guerra no la ganaré yo
el olvido ha robado
la semilla de besos
que plantaste en mi boca
y ha ido desgranando
letra a letra
las palabras que dijiste
en voz baja
cerca de mi oído
cuando ya no quede nada
seré sólo oscuridad
pero aún así
te buscaré
entre los pasillos
de una casa que ya no nos guarda
deseando encontrarte
a la vuelta de cada esquina
esperando que el olvido
dueño de todo
no logre alcanzar tu nombre

- Dany Marlowe -

martes, 6 de febrero de 2007

La historia del vendedor de palabras

Anoche tuve un sueño de lo más extraño. Antes de dormir leí unas páginas de Mario Vargas Llosa en su prólogo para el Quijote. Volvía de ver una agradable película que me recordó mi adolescencia. La imagen: Puerto Vallarta, el sol de verano, la lluvia tibia de la costa y un libro mojándose en mi camastro. Era El perfume. Hasta ahora no me había dado cuenta de la influencia que ha tenido en mi vida. Hay cosas así. Después de vivirlas no se vuelve a ver el mundo de la misma manera. Para mí, El perfume fue el inicio de un sin fin de reflexiones acerca del olfato, y hasta la fecha sigo creyendo que es el aroma, y no la voz ni las miradas, lo primero que conocemos de las personas. Es así como nos enamoramos. Trasciende nuestra conciencia. Hablamos el lenguaje de los aromas mucho antes de conocer las palabras. Pero creemos tanto en las palabras. Como sea, después de ver la película salimos, mi amigo Roberto y yo a un centro comercial en construcción. "Vamos a poner un negocio" le dije. Su respuesta inmediata, y en tono de broma fue que vendiéramos discos. Sin embargo, después de un segundo de silencio añadió "no, luego viene Mixup y nos tira el negocio". Luego hablamos sobre las grandes empresas y como destruyen a las empresas locales. Nuestro orgulloso cine de pueblo con dos salas fue sustituido hace unos días por un MMCinemas de 8 o más salas. Lo peor, es que yo fui cómplice del asesinato. Compré mi boleto y sin remordimientos me senté en la sala nueva a ver El perfume: Historia de un asesino.
De regreso a casa iba pensando en que cualquier negocio podía ser derrumbado por una gran empresa. Abarrotes - Walmart, Renta de películas - Blockbuster, Música - Mixup, Pizzería - Domino's, Café - Italian Coffee, etc. En eso, después de leer, como ya dije, el prólogo del Quijote, me quedé dormido. Desperté detrás de un mostrador, con un gorro de cocinero y un traje gris lleno de harina. Ante el desconcierto salí al exterior y miré el letrero que colgaba de la entrada. Emporio de la palabra, se leía en letras grande. No había nadie en los alrededores. La nueva plaza seguía desierta como la noche anterior. Examiné mis estanterías y me encontré con diversos frascos llenos de tinta. Luego encontré cofres de muchos tamaños en el aparador. En el interior de cada uno, iba escrita una palabra. Papel, árbol, carro, cucaracha. Al leerlas, una extraña sensación se apoderó de mí. Era como leer por primera vez aquella palabra. Papel... P - A - P - E - L. Nunca me había puesto a pensar en la estructura de esa palabra, en la belleza de sus p's, de sus vocales. La L final era como la firma de un artista en la esquina inferior de su obra. Dejé cada cofre en su lugar. Y me senté a esperar a los clientes. No tardó en aparecer uno. Era un señor alto delgado con bigote de Pancho Villa. Se sacudía los hombros de la gabardina que llevaba encima. "¿Qué vendes aquí? ¿qué es este lugar" me dijo bastante sorprendido y confundido por la apariencia y el contenido del lugar. Por lo visto, yo no era el único que no acababa de entender lo que ahí, en esa tienda sucedía. Sin embargo, una voz que no provenía de mi conciencia, el discurso de otra persona que habitaba en mí, comenzó a hablar. "¿Cuántas veces ha dicho en su vida la palabra Papel?" El señor, bastante confundido por mi pregunta, intentó hacer cálculos. "Un millón, mil, diez mil... no lo sé, muchas". Me aproximé a él y le dije: "Y cada vez que la dice ¿no siente como se degrada y va perdiendo su belleza?" El señor no supo que responder y yo proseguí con mi discurso. "Las palabras son como los besos. En el principio de la vida, de cada relación, un beso vale, digamos, un millón de pesos, y conforme los vamos gastando van perdiendo su valor hasta que el último beso ya no nos sabe a nada, y no vale más que unos centavos. ¿No le ha pasado que el beso de la mujer que no ha besado le resulta el bien más preciado a la vez que los besos de la mujer que ha besado durante toda su vida le parecen ya pasajeros? Póngase a pensar. Si existiera un sólo beso en todo el mundo, si en toda su vida sólo fuera posible besar una boca por tan sólo unos segundos. Ese beso, ese único beso, ¿no valdría todas las riquezas del mundo? ¿Ese puro y virginal beso, no sería motivo suficiente para venir al mundo y recorrer un camino lleno de desventuras para el final encontrarlo?" El señor, como conmovido por mi relato acordó en que sí, que ese beso lo valdría todo. Incluso pude notar un temblor en sus párpados, como si estuviera a punto de echarse a llorar. "Aquí - le dije - no podemos devolverle a sus labios ese beso, pero le devolvemos a las palabras su belleza original. Así cuando compre la palabra Papel, volverá a tener esa sensación de asombro que de niño tuvo cuando escuchó por primera vez estas dos sílabas y tocó entre sus dedos esa fina lámina de origen vegetal. Las palabras aquí recobran su potencia y su valor. Para ello las cuidamos en cofres oscuros donde las añejamos, y las dejamos descansar, lejos de las lenguas que las desgastan". El señor se acercó al escaparate y leyó las pequeñas letras que decoraban, por un lado, los cofres. "Me llevo ese", me dijo. Le di la vuelta al aparador y tomé el cofre con cuidado. "Es un regalo de la casa", le dije, y el señor salió de la tienda con una sonrisa. La parte de mí que parecía tener alguna conciencia de las cosas se enojó. ¡Un regalo de la casa! ¡En los tiempos que vivimos, iniciando un nuevo negocio y regalando las cosas! Me senté en la silla más cercana y me quedé dormido. Volví a despertar en mi cama. "Beso", fue lo primero que dije. Lo que el señor se llevó fue un cofre que en su interior llevaba la palabra Beso.

miércoles, 24 de enero de 2007

No me duele

No me duele dejarte
porque te amo
y en ese amarte
han nacido de mí
emociones que estaban ocultas
caricias que no conocían mis dedos
no me duele
porque no se van
se quedan en mi pecho
en mi alma, en mis manos
porque al perder
lo que fui contigo
he ganado recuerdos
alegrías, tristezas
páginas llenas de vida
escritas en idiomas
que no comprendo
no me duele
porque no te necesito
no requiero de tus besos
para sentir este amor
no hace falta tu presencia
para que la luna
me recuerde
las noches que pasamos juntos
no me duele
pero entiendo que te duela
comprendo que reclames
mis palabras y mis atenciones
comprendo que te siente mal
esta distancia

yo sé que tú a mí
me necesitas
tanto o más
como sé
que no me amas

- Dany Marlowe -

Diplomacia

Sólo les produce gracia, lo que causa indignación, y a encubrir la corrupción, lo nominan «diplomacia». Y consideran audacia, que lo justo y...