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Mostrando las entradas de septiembre, 2007

Lo que no se va

Perdimos la conciencia del cuerpo y de la libertad. Los movimientos ya no eran voluntarios. Nos vimos perdidos en la manada cuya fuerza era una sola. ¿Quién guíaba? ¿Hacia dónde? No había respuestas, sólo contacto, sudor, música, gritos, descontrol. Me fue imposible darme cuenta cuando un ágil movimiento de manos me despojó de mi cámara fotográfica. En un momento estaba ahí, en el bolsillo izquierdo de mi chaleco, y al siguiente ya no estaba. No se fue sin un ligero dolor. Tardé varios minutos en acostumbrarme a la idea de las fotos que no volvería a ver. Momentos importantes, como el concierto del día anterior que dejó una marca indeleble en mi memoria. Pero la pérdida no podía arruinar una noche que se anunciaba monumental. Después de todo, como me dijo el ángel que cuida mis sonrisas últimamente, la memoria es algo que no pueden robarnos. Y es ahí donde perviven los recuerdos que no se irán nunca. Eso me ha hecho pensar que a veces dependemos mucho de las cosas que poseemos y tamb

¡Por la irreverencia!

No cabe duda. Resulta de una pertinencia absoluta hablar de este tema. Y es que está en la base de todo. Resalto la pertinencia, no porque se me haya ocurrido a mí, sino porque me parece un deber de todo ser humano, y además, un deber por pocos asumido. Me pronuncio a través de este pequeño texto, en contra del fanatismo. Enfatizo la necesidad de dejar de lado todo discurso que apunte hacia el "deber ser" de las cosas. Contra todo aquello que establezca patrones fijos de pensamiento y de comportamiento. Nada tiene un modo de ser establecido. Todo patrón, toda regla, toda certeza es hija del tiempo y espacio en que nació. Lo que es verdadero aquí, en este momento, no es ni lo será un segundo después, ni en cualquier otro lugar. La verdad es así, efímera, fugaz. Perece con las palabras y con el viento. Entonces, no parece haber sentido en que nos sometamos a ningún tipo de teoría, regla o discurso. Sin embargo, lo hacemos. El mundo está como está por culpa de las certezas , di

La canción que Fito se robó

En nuestro taller de tesis nos preguntaron qué era para nosotros escribir. Los alumnos contestaron diversas cosas. Se hablaba sobre la escritura académica. En mi mente, sin embargo, empezaban a batirse unas alas que me habrían de llevar a una disparatada historia que culminó en el colectivo. Iba más o menos así. El escritor va sentado en la última fila del colectivo. Va cansado después de un día entero fuera de casa. Ha escuchado cosas que no quería escuchar. Aquellas que quiso, no pudo, porque por la noche había dormido muy poco. Los cuerpos chocan unos contra otros frente a él buscando un lugar. Pero él llegó a tiempo. No primero que todos, sino a tiempo, como llega la gente que sabe jugar con el tiempo. Y así consiguió un asiento, que a esas horas es como un vaso de agua en el desierto. De pronto le surge la inminente necesidad de escribir algo que le ha pasado por la cabeza. Es algo que no lograría describir. No sabe de dónde viene esa sensación, pero le recorre el cuerpo y el al