domingo, 29 de julio de 2007

El mar y tú

Es una extraña sensación. Un fantasma me persigue. Es una silueta que me sigue a donde quiera que vaya. Huele a ti, sabe a ti, y curiosamente lleva tu nombre. Pero así como llega, desaparece como el humo. Es una punzada en el corazón; un escalofrío que recorre mi piel cada que algún recuerdo pasa a mi lado o si visito algún lugar que visité contigo. Entonces me doy cuenta de la fuerza y la profundidad con que me faltas. Es un abismo el que se crea si la imagen de aquella habitación llega a mi mente o si alguna música conocida llega entre el aroma del mar y los mojitos. Ayer me sorprendí prometiéndole al mar que no volvería a verlo sin ti. Es tan frío el mar últimamente. Es el sol de diciembre el que me calienta en pleno julio. Todavía busco entre mis ropas y mi almohada la estela de tu perfume. ¿Dónde estás? ¿En qué estarás pensando? A veces, mirando las olas, espero que llegues por la espalda y me abraces. Pero a mi lado sólo está aquel fantasma. Y de pronto apareces, como en un sueño. Me miras, me besas y nos perdemos. Y estamos tú, yo y el mar. Un sólo líquido mezclándose y jugando con el vaivén de las olas. Tú, yo, y el mar... ya no existimos.

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