martes, 11 de enero de 2011

La dinámica de los nidos

Hoy tuve una conversación interesante con dos mujeres. Todo inició con una pregunta:
¿Por qué las mujeres tienen la necesidad de preguntar siempre "y ahora, ¿qué sigue entre nosotros?"?
Ellas contestaron:
Porque así nos han educado.
Como si no fueran capaces de vivir el momento. Como si siempre fuera necesario pensar en un futuro que tal vez nunca se cumpla. Las mujeres se ven compelidas a buscar seguridad, a formar un nido.
Luego me pregunté, ¿no es eso lo que hacemos todos? Porque si bien la metáfora de los nidos hace alusión al hogar y la procreación, lo cierto es que todos buscamos el lugar en el que nos sintamos confortables; y, a cambio de ese lugar, estamos dispuestos a que nuestras alas se atrofien. Porque lo realmente riesgoso de ser un ave, no es hacer un nido, sino volar.
Y en cuanto al amor, no sé por qué a mi no me llena la imagen de dos aves compartiendo un nido. Me parece aburrido, soso, incluso imitable. La imagen que yo me hago del amor es la de dos aves que deciden volar juntas en la infinidad del cielo. Que a pesar de los riesgos —la posibilidad siempre latente de caer o de perderse— se mantienen juntas; guiadas por los impredecibles caprichos del viento.
Y ahora, ¿qué sigue entre nosotros?
Esa es la pregunta por el nido. No es la pregunta por el amor. Es la pregunta por esa zona de seguridad que ansiamos todos y por la que estamos dispuestos a cambiar hasta nuestra identidad.
Y ahora, ¿qué sigue entre nosotros?
Las aseguradoras deberían incluirla en su paquete. Así mismo, los registros civiles, las iglesias. Y es que todo gira en torno a buscar esa seguridad; cuando más de una vez la vida nos ha probado —y si no lo ha hecho no tarda— que nada está asegurado. Que un buen día el nido se destruye y las alas ya no sirven para volar.
Y ahora, ¿qué sigue entre nosotros?
En esta sociedad nidófila el amor —que ama la clandestinidad— hace silencio. La única manera real en que se le puede mantener vivo.

Diplomacia

Sólo les produce gracia, lo que causa indignación, y a encubrir la corrupción, lo nominan «diplomacia». Y consideran audacia, que lo justo y...