Nunca vivimos otra muerte, más que la de los demás. Es sólo aquella la que sufrimos, la que lloramos, la que nos desgarra las entrañas. La nuestra, esa es insufrible, la sufrirán otros, nunca nosotros. Y ante esta verdad innegable, nos resta preguntarnos: ¿por qué, si la muerte no nos pertenece, nos oponemos a que los otros se quiten la vida? Pareciera que nos oponemos a que los otros nos mueran, a que maten una parte de nosotros. Los médicos, los psicólogos, los encargados del área de la salud tenemos como primer encargo salvaguardar la vida. Pero ¿qué es la vida? ¿No es acaso una decisión que los demás debemos respetar? ¿Y no es el suicidio una decisión de vida? El problema es que no salvamos la vida porque sea un bien valioso, una entidad metafísica otorgada a nosotros como un regalo. Salvamos la vida de los demás porque no queremos que nos duelan, que despierten a nuestros muertos - nuestra muerte - y nuestros dolores. Salvamos a otros por egoísmo. Y nos hacemos pensar, para sentirnos mejor, que lo hacemos por amor, para contagiar un poco de amor por la vida. Pero ¿no es el amor libertad? ¿No es el amor un respeto desinteresado por las decisiones del otro? El "amor" al que acudimos para salvar a un suicida no es otro que el amor propio. Es un "no quiero que te mueras porque me harías morir". El verdadero amor sería respetar la decisión del otro por hacer con su vida lo que desee, aunque eso implique morir. Y los llamamos débiles, cobardes, temerosos. ¿No será que nos reflejan nuestra propia debilidad, el propio suicida que somos, aquello que no queremos ver? El ser humano encuentra siempre una manera de defenderse. Este mismo argumento puede ser desechado con una simple frase como "fue escrito por un suicida". Pero a la vez, este argumento es una oportunidad para mirar hacia dentro. Para pensarlo dos veces antes de juzgar a un suicida, de tener los deseos incontenibles de "salvarle la vida".
Vivimos en un mundo relativo. Nada en este mundo es verdad. Todo depende. Aún la más verdadera verdad oculta la siempre ingrata posibilidad de ser mentira. Por ello este sitio se declara mentiroso. Porque las mentiras también son relativas; y entonces, aún la más mentirosa de ellas encierra entre sus letras la sublime posibilidad de ser verdad.
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1 comentario:
Me gustaron tus ideas. Yo sé que lo que escribí es altamente argüíble. Pero precisamente surge de una necesidad de ver más allá. Y sí, en efecto me parece a veces que existe una línea muy difusa entre lo que ayudamos en realidad, y lo que nos estamos ayudando.
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