miércoles, 22 de junio de 2011

Mi derecho a desertar

Hoy somos todos homosexuales.
La Secretaría de la Defensa Nacional estipula entre sus excepciones para realizar el Servicio Militar los, así llamados, impedimentos de orden moral. A mis 18 años, y sin conocer esta medida, decidí —basándome en mis creencias personales fundadas en un fugaz vistazo a la historia de la humanidad— no acercarme a una institución que representa ideales con los que no concuerdo. Más allá de la labor real de esta institución; me negué a formar parte de una institución donde la autoridad —arbitraria y generalmente escasa de neuronas— es incuestionable e intolerante. 
Actualmente me encuentro sin empleo y, entre las opciones que revisé se encuentran algunas posibilidades en la Secretaría de Salud; una institución que, por cierto, representa ideales completamente opuestos a la institución militar. Para mi mala fortuna, uno de sus requisitos es la cartilla militar liberada. 
Así que me dirijo al centro de reclutamiento de mi ciudad donde no me manejo de manera hipócrita; defiendo mi derecho a desertar. Después de recibir un sermón de cómo es bella la labor, el servicio y los beneficios de adquirir disciplina y como miles de jóvenes se convierten en mejores personas gracias al servicio militar, me explica que las únicas excepciones son: Si soy menonita —pero el tono de mi piel me delata—, si alguna institución religiosa expide un certificado donde exponga que yo pertenezco y que sus ideales chocan con los de la institución militar, o... ahí viene la sorpresa, si soy homosexual. Y le pregunto, ¿y quien da un certificado de eso?
Nadie, eso se ve.
La indignación sobrepasa el asunto personal que me atañe en ese momento y me doy cuenta de que, a mis 18 años tenía razón y que la sigo teniendo. Una institución que discrimina de una manera tan hipócrita —porque estoy seguro de que existen militares homosexuales— y tan abiertamente no es una institución por la que esté dispuesto a humillarme. No es una institución por la que esté dispuesto a comprometer mis ideales, a cortarme el pelo, a recibir órdenes. 
Hoy soy tan homosexual como el más. 
Es una vergüenza que el gobierno a día de hoy exija un documento que no es más que la prueba de su intolerancia y su lucha por ideales irrealizables que constriñen a su pueblo limitando la pluralidad y el derecho a pensar diferente; el derecho a desertar.

Y le diré a tu pueblo:
No es tiempo de acatar
sólo el tonto se aferra
no vayan a la guerra
más vale desertar.
Si es sangre de la gente
lo que quiere de muestra
vaya y tire la vuestra
mi Señor Presidente.
Si usted me va asediar
prevenga a su soldado
que estaré desarmado
y podrá disparar.

3 comentarios:

rom dijo...

simplemente tan real....la pregunta es... ¿debemos adecuarnos, integrarnos o ....?

Dany Marlowe dijo...

Elegir un camino propio. Sin embargo, habrá que tomar en cuenta que ese camino estará plagado de obstáculos como este. Momentos en los que a la sociedad no le parezca que uno tiene derecho a pensar diferente.

Aengel dijo...

Por otro lado, yo pensé que puedes hacer servicio social si no quieres hacer el servicio militar.
En otras palabras, a veces puedes encontrar la forma de ladear obstáculos en este camino que has elegido.

Diplomacia

Sólo les produce gracia, lo que causa indignación, y a encubrir la corrupción, lo nominan «diplomacia». Y consideran audacia, que lo justo y...