Esta noche no te necesito; no entras en mis planes. El vago velo de ilusión con el que te vistes no es más que un disfraz que oculta tu siniestro rostro. No, hoy no me haces falta. ¡No te quiero en mi vida! Lo digo como un conjuro para alejarte, tal como se alejan los malos espíritus, los embrujos, las pesadillas. Sé que no puedo controlarte porque te manejas como un virus que escapa a mis esfuerzos por mantenerte lejana. Sin embargo sé, con la misma desgarradora certeza, que tu presencia no es enteramente ajena a mí. A pesar de estar afuera, y de formar parte del mundo, algo me dice que la materia que te compone comparte su perverso argumento con lo más íntimo e innombrable de mi ser. A mí no me engañas. Tu presencia aquí no es azarosa. Esto formaba parte del guión aunque yo no supiera leerlo. Eres la crítica más atroz a mis esfuerzos por construir un mundo feliz, un mundo sin sobresaltos. Formas parte de esa urdimbre inefable que da fuerza a mi vida y que, de vez en cuando, exige su
Vivimos en un mundo relativo. Nada en este mundo es verdad. Todo depende. Aún la más verdadera verdad oculta la siempre ingrata posibilidad de ser mentira. Por ello este sitio se declara mentiroso. Porque las mentiras también son relativas; y entonces, aún la más mentirosa de ellas encierra entre sus letras la sublime posibilidad de ser verdad.