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Mostrando las entradas de agosto, 2010

Casualidad

Esta noche no te necesito; no entras en mis planes. El vago velo de ilusión con el que te vistes no es más que un disfraz que oculta tu siniestro rostro. No, hoy no me haces falta. ¡No te quiero en mi vida! Lo digo como un conjuro para alejarte, tal como se alejan los malos espíritus, los embrujos, las pesadillas. Sé que no puedo controlarte porque te manejas como un virus que escapa a mis esfuerzos por mantenerte lejana. Sin embargo sé, con la misma desgarradora certeza, que tu presencia no es enteramente ajena a mí. A pesar de estar afuera, y de formar parte del mundo, algo me dice que la materia que te compone comparte su perverso argumento con lo más íntimo e innombrable de mi ser. A mí no me engañas. Tu presencia aquí no es azarosa. Esto formaba parte del guión aunque yo no supiera leerlo. Eres la crítica más atroz a mis esfuerzos por construir un mundo feliz, un mundo sin sobresaltos. Formas parte de esa urdimbre inefable que da fuerza a mi vida y que, de vez en cuando, exige su

La mujer de Acre y el amor puro

El amor es un hecho cultural. No cabe duda de ello. Es algo estrictamente humano; en los animales vemos instinto —podemos intuir cierta afinidad en nuestras mascotas— pero no vemos amor. Como un hecho cultural, el amor tiene que ver directamente con el lenguaje. La Rochefoucauld señala que "¿Cuánta gente no hubiera amado jamás si no hubiera oído hablar de amor?" . En ese sentido, la manera en que amamos no es casual ni elegida voluntariamente. Hemos aprendido a amar de acuerdo a nuestra cultura y al momento histórico en que nos encontramos. Para dar un ejemplo, a diferencia de los que vivieron antes de cristo —quienes ponían el acento en relación al amor en la tendencia misma— nosotros ponemos el acento en el objeto. Es decir, los antiguos honraban la tendencia a amar así fuera a un objeto de poco valor. Nosotros, en cambio, estamos dispuestos a amar sólo si se trata de un objeto de valor y con cualidades que valoramos. Siguiendo este hilo de pensamiento —y respondiendo a co

Urdimbre

Pudo ser el punto, quizás la coma, donde la trama se quedó sin hilo. Se terminan los versos en el filo de lo que no tiene voz, sino aroma. Urde tu piel donde no existe idioma el sostén de esta flama sin pabilo. Bajo el denso silencio que mutilo el amor más puro apenas asoma. Huyo siempre del peligroso abismo de aquel Narciso frente a la laguna buscando otra mirada de sí mismo. Si es que existe el amor en forma alguna no debe apartarse del masoquismo que implica amar enigmas. Una a una. - Dany Marlowe -