¿Por qué nos sublevamos tanto contra la guerra, usted y yo y tantos otros? ¿Por qué no la admitimos como una de las tantas penosas calamidades de la vida? Tal vez nunca deje de asombrarme este fragmento de la carta que Freud le responde a Einstein, quien se había dirigido al psicoanalista buscando una explicación a los motivos de la guerra. Después de esbozar una respuesta, Freud se permite construir esa pregunta retórica. ¿Por qué hacemos tanto problema por la guerra? El tono de la respuesta es definitivo. Apunto a algo diferente; creo que la principal razón por la cual nos sublevamos contra la guerra es que no podemos hacer otra cosa. Somos pacifistas porque nos vemos precisados a serlo por razones orgánicas. Después nos resultará fácil justificar nuestra actitud mediante argumentos. No tengo intención de hablar de psicoanálisis pues no es este un espacio teórico. A pesar de todo, no es sin él —y por eso decidí iniciar con este fragmento— que puedo compartir la idea que me ha ve
Vivimos en un mundo relativo. Nada en este mundo es verdad. Todo depende. Aún la más verdadera verdad oculta la siempre ingrata posibilidad de ser mentira. Por ello este sitio se declara mentiroso. Porque las mentiras también son relativas; y entonces, aún la más mentirosa de ellas encierra entre sus letras la sublime posibilidad de ser verdad.